3 de julio de 2013

Ego. El gran obstáculo.



“Deja tu ego en la puerta”

Un bonito ideal, que debería dejar bien claro todo dojo, gimnasio o escuela de artes marciales o deportes de contacto, y que debería estar grabado en las mentes de cualquier alumno o maestro.

Pero ¿qué es lo que significa realmente? y ¿por qué es tan importante? 

¿Como reconocer el ego propio y ajeno?


El ego es una de las cosas más difíciles de dejar fuera del tatami. En mi opinión veo dos tipos de problemas con el ego en un tatami, el asociado al mero instinto de supervivencia y el más ligado al orgullo.

Que el color del cinto no se te suba a la cabeza
Es un trozo de tela
Nada más
En primer lugar tenemos nuestro instinto natural, que como humanos es por encima de cualquier cosa  sobrevivir y preservar nuestra integridad física y en cualquier arte marcial o deporte de contacto, esta teoría se pone a prueba. El problema radica en que de repente ese instinto se dispara y nos encontramos basando nuestras clases más en fuerza que en técnica, para lo que creemos es nuestra propia protección. El resultado suele ser siempre el mismo, alguien sale lastimado (en su físico o en su orgullo) y se niega a seguir entrenando ya seas tú o tu compañero. 

En segundo lugar tenemos el orgullo, que puede también afectarnos a cualquiera, ya seamos alumnos, maestros, principiantes o verdaderos expertos. El principiante puede pecar de intentar buscar fallos intencionadamente a aquellos alumnos más avanzados, o incluso al maestro. El practicante que ya posee más experiencia, puede no dejar trabajar a compañeros de menor grado e incluso excederse en correcciones y consejos que paralizan e interrumpen el trabajo. Y el maestro puede llegar a excederse en la presión necesaria a sus alumnos, exigiendo demasiado, para intentar demostrar "que sus alumnos son los mejores". Estos son quizás los tres casos más comunes del orgullo mal llevado en el tatami. Al igual que en el caso anterior, los resultados del orgullo, suelen terminar en abandonos, lesiones e incluso "mala sangre" en el lugar de entrenamiento.


Si peco de alguno de estos males, ¿que hago?


Lo primero, como todo, es reconocerlo y este un gran paso, ahora veamos cual puede ser la posible solución, dependiendo de como sea el problema en cuestión.

Jamás vayas con la idea de hacer daño
Jamás te lo lleves al terreno personal

Si ves que tu problema es el primero, el no controlar tus instintos de supervivencia, no te te alarmes demasiado, si careces de experiencia alguna en artes marciales o deportes de contactos, es algo muy normal, que le suele ocurrir a casi todo el mundo. Tienes que intentar relajarte, escuchar de verdad a tu maestro y hacer lo que te pide el, no lo que a tu cuerpo le de la gana. Con el tiempo, la experiencia, un entorno relajado y cordial y las claves anteriores, este problema se va diluyendo hasta desaparecer en un lejano recuerdo.




Si tu problema es el orgullo, entonces si es verdad que tenemos una situación un tanto más delicada y difícil de tratar. Intentaremos dar consejo desde los distintos tipos.

El principiante: Si continuamente estas buscando fallos a tus compañeros, si no dejas trabajar a nadie, si corriges a otras personas, cuando tu nivel es prácticamente inexistente, si miras por encima del hombro a las personas que entran nuevas al gimnasio, si continuamente discutes y contradices al maestro, comentas cuando deberías ser promovido de grado, te enfadas con compañeros porque consiguen hacerte buenas técnicas... etc. Sal del dojo, escuela o gimnasio y busca otra actividad. 
Puede sonar algo extremo, pero si después de unos meses de práctica, no corriges estos comportamientos y siempre tienes la necesidad de expresarlos, no estas haciendo lo que te gusta, no has encontrado a un maestro que te llega, o simplemente no te gustan las artes marciales o deportes de contacto. 
Es mejor que salgas de la actividad y continúes con tu vida, sin perder tu tiempo.

El veterano: Si eres una persona con cierta experiencia en tu campo, pero un alumno dentro de un grupo mayor y continuamente estas corrigiendo a tus compañeros, señalando sus fallos, no dejas trabajar, ni permites que te hagan las mismas técnicas que tu realizas, a la mínima oportunidad avasallas a gente que tiene menos experiencia y/o menos físico, si eres competidor y no permites que los no-competidores te marquen un solo punto... etc. 
Planteate lo que estas haciendo, lo infantil que resulta y deja ya ese comportamiento.
No tiene sentido alguno lo que estas haciendo, haces sentir incomodo a todos tus compañeros y al final, te harán el vacío o tendrás un verdadero problema con alguien, sin necesidad alguna. Se honesto contigo mismo, y reconoce cuando te equivocas, no eres perfecto, nadie lo es, y el color del cinto o el numero del diploma es solo decorativo, siempre hay alguien mejor que tu, asúmelo y verás como el orgullo se va evaporando poco a poco.
Debes ser un ejemplo no solo en técnica, fuerza y rapidez, sino también en comportamiento deportivo y compañerismo.

El maestro: Si como maestro de una actividad ves que tus alumnos no son capaces de seguir el ritmo de tus clases físicamente, te encuentras gritando y forzándolos continuamente porque no llegan a donde tu quieres, ves que tienes normalmente pocos alumnos, y muchas veces los que tienen acaban desapareciendo sin que te den pistas de por que se van y dejan de entrenar, si continuamente reprochas los pocos conocimientos técnicos de tus alumnos, si obligas a algunos a realizar cursos de arbitraje para tener más opciones en campeonatos y competiciones...
Tienes un problema.
A menos que seas miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, y tus alumnos lo sean también, la mayoría de las personas que vienen a tus clases es para pasar el rato, bajar de peso, estar en forma y sobre todo, divertirse y olvidar durante lo que dure el entrenamiento sus problemas diarios. Entiende que no son tus reclutas, que no te deben nada y que no tienen que ser los mejores. Si quieres seguir dando clases a un público civil y que no quieren ser deportistas de élite, tendrás que cambiar estos aspectos.
Si no entiendes esto, busca personas a las que les guste este método exclusivamente, entra en algún cuerpo militar o policial a dar clases, o simplemente déjalo.



Deja practicar a tus compañeros
No hay nada de malo en "perder"
"Perdiendo" también se aprende





Tema complicado este, queremos hacer entender que esta es nuestra exclusiva e intransferible opinión sobre este asunto, y que en ningún momento esto pretende ser una especie de vademécum o guía a seguir. Pues ni somos psicólogos profesionales, ni tenemos cualificación alguna para ello. Es nuestra mera opinión personal, basada en la propia experiencia, y que simplemente exponemos aquí.

En un segundo capítulo de este enorme artículo de opinión, expondremos como "enfrentarnos" a este tipo de personas. 
Tema peliagudo también donde los hay...





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