A la hora de practicar un arte marcial o más aún un deporte de contacto nos surge siempre la misma cuestión. Me encanta entrenar, me mantiene en forma, me divierto y consigo evadirme de mis problemas diarios... etc. Pero que hago con la competición, ¿debería competir? ¿soy ya muy mayor o muy joven? ¿realmente tengo la necesidad de competir?...
Son muchas las dudas que le suceden a cualquier practicante con este tema y desde Bushido Canarias queremos dar nuestro punto de vista, para que pueda ayudar a los indecisos.
Competir. Al menos una vez una la vida.
Nosotros creemos que si la disciplina que practicas tiene algún tipo de modalidad de competición (puesto que algunas disciplinas carecen de sistema de competición alguno), deberías probar al menos una temporada de entreno a la competición.
Básicamente si tu disciplina contempla la competición nunca podrás llegar a entenderla del todo si no pasas por esa pequeña o gran parte que se te propone, y si te niegas a ella, en parte te estas negando a una parte de la disciplina.
Aquí te exponemos algunos puntos favorables que la competición nos otorga.- Superación personal: Da igual cuales sean tus circunstancias laborales, personales o familiares, a poco que compitas y sea cual sea el resultado que consigas en cualquier competición, nunca avanzaras tanto en tu nivel técnico y físico como cuando se entrena para competir, y son unas mejoras palpables y visibles tanto para ti como para tu entrenador o maestro.
- Motivación: Sin duda alguna prepararse para cualquier tipo de competición es una fuente de motivación extra para venir a entrenar al gimnasio y dar todo lo que tienes en cada sesión. Saber que el trabajo bien hecho puede tener su recompensa.
- Sentimiento de grupo: Cuando varias personas se entrenan específicamente para competir en un mismo gimnasio, se genera una sinergia muy singular entre estas personas, todos saben que tienen que cuidarse de las lesiones, pero a la vez dar lo máximo posible en cada entrenamiento y por lo tanto esta confianza entregada en las manos del compañero genera un compañerismo muy grande entre todos los competidores de un mismo gimnasio.
Competir, pero con cabeza.
Seamos sinceros, la mayoría de las personas que entrenamos artes marciales y deportes de contacto, jamas llegaremos a poder vivir de la competición deportiva como en otros deportes, salvo casos contados y muy escasos, y este no debe ser nunca nuestro objetivo, pues normalmente acabara en decepción. Por lo tanto la competición (sobre todo en edades adultas), tiene que ser tomado como lo que es, una experiencia más de la vida, una oportunidad para crecer como artista marcial y aprender más aún. Una forma de seguir entrenando y un motivo más de porque nos encanta lo que practicamos.
Otro punto importante son las lesiones. Muchas personas no quieren competir por miedo a las lesiones. Y en cierta medida no les falta razón. Competir a veces conlleva sus riesgos, y la posibilidad de lesionarse esta siempre presente. Pero como todo depende de como te tomes tu la competición y como tu entrenador lleve a cabo los entrenamientos, estas posibilidades podrán subir o bajar.
Entrenar a medio gas, con miedo o pereza, suele acabar en lesión, aunque puede parecer lo contrario, pero si nos empeñamos en forzar la máquina por encima de nuestras posibilidades , también podemos romper. Competir sin ganas o sin ambición puede ser peligroso, pero pecar de orgullo y no saber cuando abandonar también tiene sus peligros. Por lo tanto y como muchas cosas en esta vida, lo ideal es encontrar el punto medio, conocer nuestro cuerpo y saber hasta donde podemos llegar, tener mentalidad ganadora, pero siendo muy realistas de nuestro nivel técnico y físico. Y con todo esto en mente, que no es fácil, podremos llegar a competir, e independientemente de los resultados, ser felices.
El último punto es quizás para nosotros el más importante, si competir se convierte en una obligación, si pasas ansiedad por no estar preparado o entras en depresión por no conseguir los resultados para los que tanto esfuerzo invertiste, si no dejas de lesionarte y esto afecta a tu vida personal o laboral, si ves que no hay nada más allá de la competición, lo mejor será que o bien dejes de competir o encuentres otro lugar o maestro que se adapte mejor a tus necesidades o gustos.
Por buscar una metáfora, la competición tiene que ser como el postre en una comida, que te haga feliz y te lo puedas permitir después de una comida sana y equilibrada.
Otro punto importante son las lesiones. Muchas personas no quieren competir por miedo a las lesiones. Y en cierta medida no les falta razón. Competir a veces conlleva sus riesgos, y la posibilidad de lesionarse esta siempre presente. Pero como todo depende de como te tomes tu la competición y como tu entrenador lleve a cabo los entrenamientos, estas posibilidades podrán subir o bajar.
Entrenar a medio gas, con miedo o pereza, suele acabar en lesión, aunque puede parecer lo contrario, pero si nos empeñamos en forzar la máquina por encima de nuestras posibilidades , también podemos romper. Competir sin ganas o sin ambición puede ser peligroso, pero pecar de orgullo y no saber cuando abandonar también tiene sus peligros. Por lo tanto y como muchas cosas en esta vida, lo ideal es encontrar el punto medio, conocer nuestro cuerpo y saber hasta donde podemos llegar, tener mentalidad ganadora, pero siendo muy realistas de nuestro nivel técnico y físico. Y con todo esto en mente, que no es fácil, podremos llegar a competir, e independientemente de los resultados, ser felices.
Competir felices o no competir.
Por buscar una metáfora, la competición tiene que ser como el postre en una comida, que te haga feliz y te lo puedas permitir después de una comida sana y equilibrada.